Ecuador 1960-1963. Un manual de trucos sucios (cap. 25 de Asesinando la esperanza, de William Blum)
Tomado de El blog del Viejo Topo
http://blogdelviejotopo.blogspot.com
25. ECUADOR 1960-1963
Si el Libro Guinness de récords mundiales tuviera el cinismo como categoría, se podría sugerir incluir en él la creación por la CIA de organizaciones “de izquierda” que condenan la pobreza, analfabetismo, enfermedades, capitalismo, y al propio EE.UU., con el fin de atraer militantes y aislarlos a ellos y a su dinero de las verdaderas organizaciones de izquierda.
Ecuador era a principios de los 60, y todavía en buena medida lo es hoy [Nota editor del blog: se refiere a 2004, fecha de publicación del libro], una clásica república bananera subdesarrollada, prácticamente al final de la lista de las economías latinoamericanas; una sociedad en la que el 1% de la población recibía ingresos comparables a los de las clases altas en EE.UU., mientras dos tercios de las familias sobrevivían con alrededor de 10 dólares al mes —gente que vivía al margen de la economía monetaria; con muy poca integración social o participación en la vida nacional, una historia conocida en América Latina.
Durante los tres años siguientes, la CIA dejó muy poco al azar en la consecución de tales objetivos. Se desarrolló un verdadero manual de técnicas de subversión encubierta; en sus páginas puede encontrarse lo que relacionamos a continuación, sobre la base de las experiencias de Philip Agee, un oficial de la CIA que permaneció en Ecuador en este periodo. (1)
Se puso especial énfasis en seducir a la clase obrera. Una sopa alfabética de organizaciones sindicales, algunas veces puros nombres sin contenido real, fueron creadas, modificadas, combinadas, liquidadas y vueltas a crear, en un intento casi frenético de hallar la combinación ideal para competir con los sindicatos de izquierda ya existentes y arrebatarles el liderazgo de los trabajadores. Los lideres sindicales eran invitados a asistir a diferentes cursos impartidos por la CIA en Ecuador o en EE.UU., con todos los gastos cubiertos, a fin de instruirlos sobre los peligros del Comunismo para el movimiento sindical y seleccionar entre ellos agentes potenciales.
El esfuerzo no careció de toques irónicos. Los agentes de la CIA se enfrentaban a veces entre sí en el celo por conseguir las mejores posiciones para las organizaciones que cada uno había creado, y en algunas ocasiones se organizaron “conferencias internacionales” con frentes sindicales de otros países —igualmente bajo el control de la ClA- en las que casi el total de los participantes desconocía quién era quién y qué era qué.
En Ecuador, como en el resto de América Latina, la CIA hizo aparecer en algunos periódicos noticias falsas relacionadas con el anticomunismo. Estas noticias eran entonces retomadas por otras estaciones de la Agencia en el continente y diseminadas a través de agencias de noticias o por una emisora de radio —todas pertenecientes a la misma CIA—, o a través de incontables periodistas que recibían pagos por articulo, sin contar los medios confundidos que contribuían a la difusión sin saberlo, incluso en el territorio de EE.UU. La propaganda anticomunista y las noticias distorsionadas (con frecuencia de forma extrema) preparadas por la CIA también aparecían en los periódicos latinoamericanos como editoriales sin firma, por tanto asumidos por la publicación misma.
En cada departamento del Gobierno ecuatoriano podían encontrarse individuos, en posiciones altas y bajas, que colaboraban con la CIA por dinero o por motivaciones propias. En un momento dado la Agencia llegó a controlar al segundo y tercer hombres del país. Estos agentes gubernamentales recibían los beneficios de la información obtenida mediante espionaje electrónico u otros medios, lo que les permitía ganar prestigio y promoción, o consolidar sus posiciones en la inestable corriente política ecuatoriana. Por otro lado, un ministro importante, de tendencia izquierdista sería el “blanco de un” flujo constante de ataques- propaganda negativa por parte de todas las fuentes del arsenal de la CIA; se organizaban demostraciones populares en su contra para presionar al presidente a sustituirlo.
El director general de Correos, junto con otros empleados, todos con una posición ventajosa en la nómina de la CIA, se encargaban de enviar con regularidad la correspondencia llegada de Cuba o de la URSS para su revisión, mientras que los funcionarios de Aduana mantenían informada a la Agencia de quién iba o venía de Cuba. Si. se trataba de alguien que constituía un blanco apropiado, era registrado cuidadosamente en el aeropuerto y “aparecían” en su equipaje documentos preparados que, publicitados en forma escandalosa, demostrarían que la persona recibía instrucciones acerca de cómo “fomentar el odio de clases”, o tendrían cualquier otra fórmula de lenguaje provocativa destinada a crear disensión en las filas del Partido Comunista. Generalmente los documentos ratificaban los peores temores del público acerca de los planes comunistas para apoderarse de Ecuador, organizados desde Cuba o la URSS; al mismo tiempo se lograba implicar en esta “conspiración” a importantes figuras de la izquierda ecuatoriana que estaban en la mira de la Agencia. Revelaciones similares ocurridas en otros países eran dadas a conocer en Ecuador como una advertencia de lo que podía suceder al país.
El financiar grupos conservadores en una campaña casi fanática contra Cuba y su «comunismo ateo» ayudó a debilitar seriamente el apoyo al gobierno del presidente Velasco entre los pobres; sobre todo los indígenas, que le habían dado su voto casi unánime, y que eran religiosos devotos Si la CIA deseaba conocer cuál era la reacción del presidente ante esta campaña, sólo tenía que recurrir a su médico personal, el doctor Felipe Ovalle, quien les informaría que su paciente estaba sufriendo un estrés considerable.
Los agentes dela CIA colocaban explosivos en iglesias u oficinas de organizaciones de derecha para culpar a la izquierda. Organizaban marchas “de izquierda” con pancartas y lemas de naturaleza ofensiva para el ejército a fin de crear antagonismo con los militares y propiciar un golpe.
Tales actividades de la CIA se llevaban a cabo sin conocimiento del embajador norteamericano. Cuando la Embajada cubana acusó públicamente a la Agencia de estar envuelta en diversas acciones anticubanas, el embajador de EE.UU. emitió una declaración que “hizo sonreír a todos en la estación [ClA]”. Decía: “Los únicos agentes en Ecuador pagados por Estados Unidos son los técnicos invitados por el gobierno ecuatoriano para contribuir a elevar el nivel de vida del pueblo ecuatoriano”.
En la estación CIA en Quito se celebró con champán. En varias partes de Ecuador, la población irritada por el dominio de los militares y desesperada por su calidad de vida, tomó las arnas. Pero en esta ocasión, como en las otras, no se llegó a nada… un pequeño grupo, mal armado y sin entrenamiento, infiltrado por agentes que avisaban de cada movimiento, enfrentado a un batallón de paracaidistas, armados hasta los dientes y entrenados por EE.UU. Esto fue en el terreno. En las noticias de prensa, los rebeldes fueron llevados por centenares y se dijo que estaban no solo bien armados, sino que sus armas “eran extranjeras” (léase cubanas), y que toda la operación había sido cuidadosamente planeada en el congreso del Partido Comunista el mes anterior.
El 11 de julio de 1963, el Palacio Presidencial en Quito se vio rodeado de tanques y tropas. Arosemena había sido expulsado y una junta había tomado posesión. Su primer acto fue ¡legalizar el comunismo: “comunistas” y otros de “extrema» izquierda fueron encarcelados, y los arrestos se facilitaron por contar con la Lista de Vigilancia y Control de la Subversión de la CIA (esta lista, utilizada en muchas estaciones, solía incluir no sólo el nombre del sujeto sino también el de sus familiares y amigos y sus direcciones, así como los lugares frecuentados por el individuo; en fin, todo lo que ayudase a localizarlo en el momento oportuno). Las libertades civiles fueron suspendidas, canceladas las elecciones previstas para 1964. Otra historia repetida en América Latina.
Y durante estos tres años, ¿qué se le dijo al pueblo norteamericano acerca de esta oleada de acciones encubiertas? Muy poco si se toma como índice el New York Times. Ni una sola vez se dio indicación alguna en un artículo o editorial sobre Ecuador de que la CIA u otra entidad del Gobierno norteamericano tenían algo que ver en alguno de los eventos referidos. Incluso si uno lee ahora estos textos con el conocimiento real de lo ocurrido, no logra encontrar ninguna pista entre líneas que pueda conducir a la verdad. Con una solitaria excepción: inmediatamente después del golpe podemos encontrar una diminuta nota al final de la página 20, que indica que Radio La Habana había acusado al Gobierno estadounidense de instigar el golpe (2). El Gobierno cubano había formulado cargos públicamente sobre las actividades norteamericanas en Ecuador en numerosas ocasiones, pero esta fue la primera vez que el New York Times lo reflejó.
Notas
(1) Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary. New York, 1975, pp. 106-316, passim. El libro de Agee lo convirtió en el enemigo Nº 1 de la CIA. Sin embargo, al reseñar el libro, el ex funcionario de la Agencia Miles Copeland, aunque sin ocultar su disgusto por la “traición” de Agee, señaló: “El libro es interesante como un recuento auténtico de cómo opera un ‘oficial de caso’ ordinario norteamericano o británico […] Al estar a cargo de espías en Quito, Montevideo y Ciudad México, tenía información, de primera mano […] Todo ello está presentado ‘con terrible exactitud’, tal como lo proclama el editor” (The Spectator, Londres, 11 de enero de 1975, p. 40.)
(2) New York Times, 14 de julio de 1963, p. 20. Para un análisis tan interesante como conciso de las inclinaciones políticas de Velasco y Arosemena, ver John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New York, 1965, pp. , 141-148.
Publicado el noviembre 14, 2018 en América Latina, Bolivia, cia, Ecuador, EEUU, Historia y etiquetado en América Latina, Bolivia, cia, cuba, Ecuador, Estados Unidos, injerencia, política. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
Reblogueó esto en La Esquina Roja .